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¿Quién nos convoca a la Misa?


Curiosamente somos convocados por Dios y él se hace presente; nosotros somos participantes en este encuentro más no protagonistas porque el protagonista es Cristo mismo. No es una reunión cualquiera o reunión con fines meramente sociales sino la reunión de los hombres y las mujeres libres que se reúnen a celebrar la presencia de Cristo y responden al llamado de Dios.


No somos nosotros los que convocamos ‘una reunión con Dios’ sino Dios quien convoca un encuentro-celebración con nosotros. Por ello no venimos como individuos aislados sino como miembros de un solo cuerpo; no comulgamos para vivir la comunión, sino que comulgamos porque vivimos la comunión en medio de nuestra gran diversidad.


Finalmente, “por la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos” (cf 1 Co 15,28). CCC 1326


La Santa Misa es verdaderamente el Apokalypsis (griego): la revelación. Nos revela el sacrificio de Jesús que se actualiza (no se repite) para que podamos participar en ese único sacrificio ofreciendo nuestra vida al Padre por Cristo con El y en El.


En la Santa Misa Jesús levanta el velo de su novia la Iglesia y nos invita al banquete de bodas, para luego unirse con nosotros en amor para siempre. La Santa Misa es la boda del Cordero. (Scott Hahn – Las Bodas del Cordero)


Todos los músicos son MINISTROS — ¡desde el director hasta él/ella que toca pandereta! A la misma vez, tienen que funcionar como ministros a la asamblea y miembros de la asamblea. El propósito del músico es apoyar al coro y a los que cantan, para que ellos en turno apoyen y guíen a la asamblea.


Requiere una mentalidad de “primero la asamblea” — que es muy diferente de la actitud que se encuentra en una “banda” o en música seglar/popular. Cada aspecto — desde el volumen, ritmo, y velocidad hasta cuándo se debe (o no debe) tocar —debe ser guiado por pensar primero en su asamblea. Que sean atentos a todo lo que sucede en la Misa, y participen en todos sus aspectos.


Por Ángel Correa

Vicepresidente de AMPHE


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