La Siete Palabras 5ta: "…TENGO SED" (Jn. 18:28)
Jesús tiene sed. Es una sed espantosa. No ha comido ni bebido nada desde la noche anterior, la transpiración natural, el sudor, la pérdida de sangre produce sed. Jesús ha perdido mucha sangre desde el sudor de sangre en el huerto y luego con el tormento de la flagelación y con la crucifixión.

"Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca”.
El vinagre servía de anestesia, por eso Jesús no quiso tomar de ella al principio de su crucifixión para así mejor sentir el dolor y sobrellevarlo sólo por amor a la voluntad de su Padre y por la redención nuestra. "Tengo sed", dijo. No sólo una sed física buscando un alivio temporero, sino sed de justicia, sed de que se haga el bien, no el mal.
Sed de almas, almas verdaderamente convertidas no sólo de palabra, pero en las obras, en su forma de vivir. Sed de amor, pues como decía San Francisco de Asís: "El Amor no es amado! El Amor no es amado!" ¿Qué hacemos por amor a Jesús, ya hemos leído y meditado lo que Él hizo por nosotros, qué vamos a hacer por amor a Jesús?
La Madre Santa Teresa de Calcuta nos recuerda hoy: "Imaginate, Dios esta sediento de que tú y yo demos un paso adelante para saciar su sed."
Oración:
Señor, también tengo sed de Ti, pues si Tú no vienes en mi socorro todo intento de hacer obras buenas es inútil. Sólo te pido que me ilumines para que mañana te pueda querer más que hoy y me impulses y me dirijas en hacer tus obras. Si esto ayuda a calmar tu sed, deseo con fervor servirte para darte alivio. "Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer, Vos me lo disteis, a Vos Señor lo torno, disponed de ello a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y vuestra gracia que ésta me basta. Amén." (S. Ignacio de Loyola)