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Itinerario de un buen Apóstol (ministro en la Iglesia)


San Mons. Oscar Arnulfo Romero (arzobispo del Salvador y mártir) nos recuerda a todos el verdadero sentido de todo ministerio. Cuando entendemos que nuestro llamado brota de una iniciativa de Dios y no de una elección personal, nos damos cuenta de que no hay nada ni nadie quien pueda separarnos de amor de Cristo.


Nos recuerda el evangelio de San Juan 16 "Ustedes me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure.”


El llamado de un cristiano no es una simple respuesta a una petición desde el pulpito o una decisión personal de darme de “voluntario.” ¡Es una llamada!


Dios no siempre “llama a los capacitados, pero siempre capacita a aquellos que llama.” Y es por esto que cantamos y afirmamos con certeza una hermosa canción compuesta por Damaris Thillet: “Nada ni nadie podrá, apartarnos de tu amor, nada ni nadie podrá, apartarnos de ti Señor.” (OCP)


Seas músico, cantor, lector, acolito, ujier, servidor del altar o un discípulo comprometido – debemos siempre recordar que “es posible que no veamos nunca los resultados finales, pero esa es la diferencia entre el jefe de obras y el albañil.”


En estas palabras se encuentra la clave de un ministerio feliz y sin falsas expectativas. Cuando entendemos nuestra vocación desde esta perspectiva, no damos espacio al cansancio ni al desánimo. Todo lo veremos con los “ojos” de Cristo.


No importan las tribulaciones y pruebas que afrontemos en nuestro trabajo en la Iglesia. ¡Animo! Cristo es el amigo que nunca falla. “Yo he vencido el mundo.” (Juan 16,25)


Monseñor San Arnulfo Romero; obispo y mártir nos dejó una hermosa oración que ha de ser el “itinerario” de todo discípulo. Oración de Mons. Romero: "Sembradores de un futuro que no es nuestro."


"Durante nuestra vida, sólo realizamos una minúscula parte de esa magnífica empresa que es la obra de Dios. Nada de lo que hacemos está acabado, lo que significa que el Reino está siempre ante nosotros.


Ninguna declaración dice todo lo que podría decirse. Ninguna oración puede expresar plenamente nuestra fe. Ninguna confesión trae la perfección, ninguna visita pastoral trae la integridad. Ningún programa realiza la misión de la Iglesia. En ningún esquema de metas y objetivos se incluye todo.


Esto es lo que intentamos hacer: plantamos semillas que un día crecerán; regamos semillas ya plantadas, sabiendo que son promesa de futuro. Sentamos bases que necesitarán un mayor desarrollo. Los efectos de la levadura que proporcionamos van más allá de nuestras posibilidades.


No podemos hacerlo todo y, al darnos cuenta de ello, sentimos una cierta liberación. Ella nos capacita a hacer algo, y a hacerlo muy bien. Puede que sea incompleto, pero es un principio, un paso en el camino, una ocasión para que entre la gracia del Señor y haga el resto.


Es posible que no veamos nunca los resultados finales, pero esa es la diferencia entre el jefe de obras y el albañil. Somos albañiles, no jefe de obra, ministros, no el Mesías. Somos profetas de un futuro que no es nuestro. Amen"


Por Angel Correa

Vicepresidente de AMPHE


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